viernes, 8 de abril de 2022

Leucemia Linfoblástica Aguda

Los que me conocéis sabéis que suelo ser una persona bastante positiva, que intento ver el vaso medio lleno y cargarme de energías para superar todos los obstáculos que se nos van planteando con 💜Wonder Chloe💜. Pero en esta ocasión, me he tenido que permitir caer. 

Recordaré siempre aquel 23 de agosto en el que llegamos al Hospital Materno Infantil de Badajoz porque la analítica sanguínea de Chloe presentaba células algo "anómalas". No olvidaré la situación: dos hematólogos en la puerta de nuestra habitación; yo, de pie en mi semana 37 de embarazo, y el temido diagnóstico: "Tu hija tiene leucemia".

No sé si podré expresar con palabras lo que sentí en aquel momento, un cúmulo de emociones bloquearon mi mente. 

Cuando recibes este tipo de diagnóstico no sabes qué hacer, ni qué decir, qué información preguntar, ni cómo actuar. Solo lloras. Cubres tu rostro con tus manos y cierras fuerte tus ojos queriendo que todo sea una maldita pesadilla de la que te vas a despertar. Pero no, te vuelven a confirmar que tu hija tiene cáncer.

Te falta el aire, quieres huir. Quieres e intentas respirar, pero no puedes. Tu corazón quiere saltar de tu pecho, está herido y duele, mucho. Se trata de uno de los dolores más atroces del mundo que, junto con la incertidumbre del qué pasará, hacen el cocktail perfecto para amasar una gran ansiedad. Intentas pensar, tener la cabeza fría pero la palabra "cáncer" es lo único que explota en tu mente. 

Aquel día, el mundo seguía pero nuestra vida se había parado en seco. "¿Por qué? ¿Desde cuándo? ¿Cómo ha podido pasar? ¿No ha tenido nuestra hija ya que superar suficientes obstáculos?¿Por qué es tan injusta la vida?" Preguntas sin respuesta que te repites una y otra vez buscando tal vez aquella ínfima posibilidad que podría haber evitado esto, pero no la hay. La situación está totalmente fuera de tu control. 

Quieres cambiarte por ella, sin duda. Prefieres tu muerte a que tu hija tenga que sufrir esta enfermedad. Pero no hay remedio ni nada que puedas hacer para evitar el largo período de tratamiento que le espera a tu bebé. 

¡Ay tu niña, tu querida niña! Esa que ves estremecerse con cada pinchazo, que te mira sin entender ni qué le pasa ni qué le están haciendo, que tiembla ante batas blancas y patalea para zafarse de los que le hacen daño, que no entiende cómo hemos podido cambiar las tardes de piscina y meriendas en el porche por la vida en el hospital. Ver así a tu niña te rompe, te destroza por dentro y te hunde.

Y ahí, cuando has caído tan hondo, tanto que piensas que no podrás remontar, es cuando te das cuenta de que ya sólo te queda ascender. Te llenas de coraje y de valentía porque es lo que tu niña necesita. Renaces como un fénix de sus cenizas y haces todo lo posible para ayudar a tu súper heroína a volver a levantar su vuelo. 

Coges fuerzas, esas que creías extintas en ti; abrazas a tu niña y le haces entender que estás ahí, que estarás SIEMPRE. Es su lucha, sí, pero sus padres harán todo lo posible porque esa lucha sea más llevadera. 

Secas tus lágrimas y, con los churretes de maquillaje sobre tus mejillas, te haces experta en entretener a tu hija para que una analítica más no sea un calvario. 

Llenas tu portátil de descargas de series de dibujos, que reproduces en bucle una y otra vez pero nunca te ha importado tan poco no tener nada más que ver. 

Pierde el apetito, pero hincharse a base de copas de chocolate y nata no está nada mal. 

Pierde su preciosa melena y no olvidas el último día que cepillaste su pelito, pero ahora hay más superficie sobre la que darle besazos enormes y donde tus caricias se hacen más presentes. 

Hay épocas en las que su carácter cambia radicalmente y está bien, sus padres lo entienden y la abrazan muy fuerte. 

Y todo, todo, todo, se vive con mayor intensidad. Se valoran las estancias fuera del hospital más que cualquier cosa en el mundo; un simple paseo en familia resulta reconfortante y sanador y no te queda tiempo que perder, hay que aprovecharlo dándonos todo el amor del mundo. 

Vivir esta experiencia te cambia y lo hace para siempre. Podremos reponernos, pero ya nunca seremos los mismos. Este diagnóstico, sin duda, cambia tu ser. 

Hemos pasado, y lo seguimos haciendo, momentos muy duros y difíciles con nuestra hija. Nuestra alma ha estado dividida en dos: Chloe recibiendo su tratamiento de quimioterapia en el hospital con su papá y su hermanito recién llegado al mundo con su mamá. Hemos hecho malabares para poder vernos y la situación con el covid tampoco nos lo está poniendo fácil para acudir al hospital. Pero ahí estamos, aguantando todo lo que nos echen, con nuestros momentos de bajón, pero volviendo con más fuerza porque una quimio más significa un día menos para vencer esta enfermedad 💪🏻💪🏻💪🏻. 

Y, aunque nunca el tiempo se nos había pasado tan despacio, estamos convencidos de que pronto nos llevaremos a nuestra hija sana a su casa. 

Mi Chloe, 💜mi Wonder Chloe 💜, eres un ejemplo a seguir y tus padres y tu hermano estaremos siempre ahí para ti. Te queremos nuestra pequeña gran luchadora. 


Quiero aprovechar la ocasión para seguir agradeciendo tener la familia que tenemos, que nos apoyan incondicionalmente, que nos colma de un amor infinito especialmente por nuestros hijos, con la que hemos podido contar SIEMPRE y que respetan en todo momento nuestros sentimientos. Gracias, gracias y millones de gracias porque vuestro apoyo nos da fuerzas y vuestro amor nos hace sentirnos acompañados aunque estemos en la distancia. Os queremos familia.  

          














No hay comentarios:

Publicar un comentario

LUPAS MÁGICAS

Llevamos trabajando bastante tiempo los sonidos de animales con Chloe. Para ello, hemos utilizado tarjetas de onomatopeyas que le hice hace ...